martes, 8 de mayo de 2012

NO SER INFIELES. 3,7-4,14

   7Por eso, como dice el Espíritu Santo:
                 Si hoy oís su voz, 8no endurezcáis el corazón
                 como en el tiempo de la rebelión,
                 como el día de la prueba en el desierto,
                 9cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me
                 tentaron, aunque habían visto mis obras
                10durante cuarenta años.

                              Por eso me indigné contra aquella generación y dije:
                "Su corazón está siempre extraviado,
                no han conocido mis caminos:
                11como lo juré en mi cólera,
                nunca entrarán en mi descanso" (Sal95,7-11).

            12Cuidado, hermanos, con que ninguno de vosotros tenga un corazón dañado por la incredulidad, que lo haga desertar del Dios vivo; 13no, mientras resuena ese "hoy", animaos unos a otros día tras día, para que ninguno se endurezca seducido por el pecado. 14Porque somos compañeros del Mesías siempre que mantengamos firme hasta el final la actitud del principio, 15dado que dice: "Si hoy oís su voz, no endurezcáis el corazón como en el tiempo de la rebeldía". 16¿Quiénes se rebelaron al oírlo? Ciertamente todos los que salieron de Egipto por obra de Moisés. 17Y ¿contra quiénes se indignó durante cuarenta años? Contra los que habían pecado, cuyos cadáveres quedaron tendidos en el desierto. 18Y ¿a quién juró que no entrarían en su descanso sino a los rebeldes? 19Y vemos que no pudieron entrar por falta de fe.
            1Precaución, por tanto; no sea que mientras está en pie la promesa de entrar en su descanso, resulte que alguno se queda rezagado. 2Pues, de hecho, la buena noticia la hemos recibido nosotros lo mismo que aquéllos, pero a ellos no les sirvió de nada oír la palabra, porque no se sumaron a los que habían oído. 3Entremos, pues, los que ya hemos creído, en el descanso a que se refieren las palabras: "Como lo juré en mi cólera, nunca entrarán en mi descanso".
                 Las tareas, por cierto, terminaron con la creación del mundo, 4pues en algún sitio se habla así del día séptimo: "Y el día séptimo descansó Dios de todas sus tareas"; 5y en este pasaje sale de nuevo: "Nunca entrarán en mi descanso" (Sal 95,11).
                6Ya que, según esto, quedan algunos por entrar en él, y los primeros que recibieron la buena noticia no entraron por su rebeldía, 7Dios señala otro día, "hoy", al decir mucho tiempo después, por boca de David, lo antes citado: "Si hoy oís su voz, no endurezcáis el corazón" (Sal 95,8). 8Claro que si Josué les hubiera dado el descanso no habría hablado Dios de otro día después de aquello; 9por consiguiente, un tiempo de descanso queda todavía para el pueblo de Dios, 10pues el que entra en su descanso, descansa él también de sus tareas, como Dios de las suyas. 11Esforcémonos, por tanto, por entrar en ese descanso y nadie caiga siguiendo el ejemplo aquél de rebeldía.
               12Además la palabra de Dios es viva y enérgica, más tajante que una espada de dos filos, penetra hasta la unión del alma y espíritu, de órganos de médula, juzga sentimientos y pensamientos. 13No hay criatura que escape a su mirada, todo está desnudo y vulnerable a sus ojos, y es a ella a quien habremos de dar cuenta.
              14Teniendo, pues, un sumo sacerdote extraordinario que ha pasado a través de los cielos, Jesús el Hijo de Dios, mantengamos firmes la fe que profesamos.

EXPLICACIÓN.

3,7-4,14.     Exhortación a la fidelidad basada en el Sal 95. Los cristianos han de escuchar la voz de Jesús Mesías, no como los israelitas, que desoyeron la de Moisés en el desierto; alusión al episodio de Masá (Éx 17,7) (7-11).

                   El autor aplica Sal 95,7-11 a su época; también "hoy" sigue resonando la invitación divina; la comunidad, fuente de ánimo para todos (13: unos a otros cada día). El Mesías (14) había de conducir el éxodo definitivo. El peligro está en el cansancio de la fe, que puede decaer de su actitud inicial; precisamente por la falta de fe de los israelitas no alcanzaron la meta de la tierra prometida (17, cf. Nm 14,21-23) (12-19).

                  La salvación sigue ofrecida; hay un nuevo descanso, una nueva tierra prometida; para entrar en ella hay que escuchar y hacer caso del mensaje; rezagado (4,1) en el camino del nuevo éxodo (4,1-5).

                 Los israelitas, por rebeldes, no entraron en el descanso, pero Dios señala una nueva oportunidad que hay que aprovechar. No ser rebeldes como aquéllos (Sal 95,7) (6-7). La entrada en la tierra con Josué no fue una salvación definitiva; no desperdiciar la ocasión que ahora se ofrece (8-11).

                La palabra de Dios, que ha sido invitación, será también juez de nuestra respuesta (12-13).

                Pasar a través del santuario y de la cortina hasta el lugar Santísimo una vez al año, el día de la Expiación, era la razón de ser del sumo sacerdote judío, Jesús, sumo sacerdote verdadero (cf. 3,1), ha pasado, no a través de un santuario terrestre, sino, por su muerte-resurrección, ha entrado en la esfera divina (a través de los cielos) hasta la presencia misma de Dios; así puede obtener la reconciliación definitiva. Éste es el gran estímulo para la fe (14).             

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