lunes, 7 de mayo de 2012

CARTA A LOS HEBREOS. INTRODUCCIÓN. DESARROLLO DEL TRATADO.

                 Después de un exordio (1,1-4) en que se alude a la preeminencia del título de Jesús respecto al de los ángeles, la primera parte (1,5-2,18) establece la realidad del Mediador: relación única del Hijo con Dios y total solidaridad con los hombres.

                La segunda parte (3,1-5,10) explica sus cualidades: es de fiar mucho más que Moisés en lo que se refiere a Dios; en su relación con los hombres su característica es la misericordia..

               Entra así el autor en la tercera parte, la principal del escrito (5,11-10,39), donde desarrolla la índole del sacerdocio de Cristo, cima y término de todo sacerdocio y culto de la humanidad. Después de un preámbulo exhortatorio (5,11-6,10) declara cómo el nuevo sacerdocio rompe con la línea hereditaria de Aarón, para colocarse fuera de esta serie, como el de Melquisedec: tacha de inútil el antiguo ritualismo, de inferior el sacerdocio levítico, no establecido con juramento divino, de imperfecta la multitud de sacerdotes, opuesta a la unicidad del nuevo.

              El punto central del escrito (8-9), como lo hace notar el autor mismo (8,1), es la excelencia del nuevo sacerdote y la diferencia de su acto cultual con los de la Ley antigua. Su sacrificio que fue al mismo tiempo su consagración, no consistió en ritos, sino en morir en la cruz, en la entrega de su propia existencia por amor a Dios y a los hombres. Para él los ritos terrestres no significan nada, ni tiene relación alguna con ellos (8,3-6); lo mismo los templos de este mundo (9,1), sustituidos por el nuevo templo, su humanidad resucitada (9,11); tampoco los sacrificios, reemplazados por la ofrenda de su propia sangre hecha una sola vez, con efecto perenne (9,12), y por su perpetua intercesión por los hombres ante Dios (9,24).

           Continúa la tercera parte (10,1-18) subrayando la eficacia de ese sacerdote, único capaz de efectuar una transformación interna, eliminando definitivamente la conciencia de pecado y procurando una salvación definitiva. Termina con una exhortación (10,19-39).

          La cuarta parte (11,1-12,13) recoge el tema de la fe y la esperanza, proponiendo el ejemplo de los antiguos, y exhorta a la constancia de la vida cristiana. La quinta, finalmente, explica algunos aspectos de la actividad del cristiano, proponiendo el ejemplo de Jesús.

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