1 1En múltiples ocasiones y de
muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas.
2Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por un Hijo, al que nombró heredero
de todo, lo mismo que por él había creado los mundos y las edades. 3Él es
reflejo de su gloria, impronta de su ser; él sostiene el universo con la
palabra potente de Dios; y después de realizar la purificación de los pecados,
se sentó a la derecha de su Majestad en las alturas, 4haciéndose tanto más
poderoso valedor que los ángeles cuanto más extraordinario es el título que ha
heredado.
EXPLICACIÓN.
1-4. Diferencia
entre la antigua revelación y la nueva o definitiva. La categoría Hijo se opone
y supera a la de profeta. Los profetas, intermediarios; el Hijo, en cambio,
poseedor de toda la riqueza de Dios (heredero de todo) y causa de la creación
del mundo y de la historia. En esta etapa final: la teología del judaísmo
pensaba que la edad presente dejaría lugar a otra futura y gloriosa; para los
cristianos, la muerte-resurrección de Jesús fue un acontecimiento de tal
importancia que marcó el cambio de época; los mundos y las edades traducen la
doble acepción del gr. tôn aiônôn (1-2).
Condición divina del Hijo (reflejo, impronta), su relación con el universo
(sostiene el universo) y con los hombres (purificación de los pecados, es
decir, supresión de los obstáculos a la relación con Dios); se sentó, cf. Sal
110,1; que ha heredado, cf. v.2: "heredero de todo". Se anuncia la
primera parte (3-4).
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