Mucho se ha discutido desde la Antigüedad acerca del autor de Heb. La tradición oriental afirmó siempre la relación de Heb con Pablo, aunque no como escrito de su mano. El autor, por su parte, no se nombra, aunque la noticia sobre Timoteo (13,23), lo conecta con los círculos paulinos. Para identificar a este anónimo se han propuesto varias hipótesis:
Tertuliano, que no considera canónico el escrito, lo atribuye a Bernabé. Clemente de Alejandría, a Lucas, como traductor de una obra hebrea o aramea de Pablo. Orígenes reconoce la mano de un discípulo de Pablo, pero confiesa ignorar su identidad, Lutero propuso a Apolo (Hch 18,24-28) hipótesis la más verosímil de todas, pero imposible de probar.
Por lo que se trasluce del escrito mismo, el autor es un maestro judío-cristiano, de formación alejandrina, muy versado en la Escritura y de gran penetración teológica y dominio de la lengua griega. El estilo no se parece nada al de Pablo, no utiliza expresiones típicas paulinas, como "en Cristo" o "Cristo Jesús" y su teología presenta puntos de contacto y diferencias sustanciales con las del apóstol. El autor mismo se presenta como perteneciente a la segunda generación cristiana (2,3).
La fecha de composición es también incierta. La alusión a las ceremonias del templo (9,9; 10,1-3), consideradas como todavía en ejercicio, hace pensar en años anteriores a la destrucción de Jerusalén (70 d.C). No todos admiten, sin embargo, la validez de este argumento, pensando que el autor se refiere a las realidades descritas en el AT y no a las contemporáneas. En todo caso, la composición es anterior al año 96, fecha de la primera carta de Clemente, que ya conoce Heb.
En Occidente no fue Heb unánimemente aceptada como escrito canónico hasta fines del S.IV, bajo el influjo dela tradición oriental.
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