15Porque no tenemos un sumo sacerdote
incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado en todo igual
que nosotros, excluido del pecado. 16Acerquémonos, por tanto, confiadamente al
tribunal de la gracia para alcanzar misericordia y obtener la gracia de un
auxilio oportuno.
5 1Porque todo sumo sacerdote se
escoge siempre entre los hombres y se le establece para que los represente ante
Dios y ofrezca dones y sacrificios por los pecados. 2Es capaz de ser indulgente
con los ignorantes y extraviados, porque a él también la debilidad lo cerca.
3Por ese motivo se ve obligado a ofrecer sacrificios por sus propios pecados
como por los del pueblo. 4Ahora que nadie puede arrogarse esa dignidad; tiene
que designarlo Dios, como en el caso de Aarón.
5De la misma manera, tampoco el Mesías se
adjudicó los honores de sumo sacerdote; no, el que le habló diciendo: "Mi
hijo eres tú, yo te he engendrado hoy" (Sal 95,11), 6le dijo también:
"Tú eres sacerdote perpetuo en la línea de Melquisedec" (Sal 110,4). 7Él,
en los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, a gritos y con
lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; y Dios lo escuchó, pero después
de aquella angustia, 8Hijo y todo como era. Sufriendo aprendió a obedecer 9y,
así consumado, se convirtió en causa de salvación definitiva para todos los que
le obedecen a él, 10pues Dios lo proclamó sumo sacerdote en la línea de
Melquisedec.
EXPLICACIÓN.
4,15-5,10.
Introducción: Jesús, sumo sacerdote, representante de los hombres ante
Dios, se ha identificado con nosotros; todo temor está excluido, hay
misericordia para el pasado y ayuda para el futuro (15-16).
Características del sumo sacerdote judío. Tenía que elegirse entre los
miembros de ciertas familias (se escoge siempre entre los hombres) y ser designado
para su función (se le establece). Su misión era representar a los hombres y
reconciliarlos con Dios (5,1). Siendo un mediador de origen humano, podía
comprender la debilidad ajena por la propia (5,2). Él mismo era pecador como el
pueblo que representaba (3). Sumo sacerdote no podía serlo cualquiera, la
institución era divina (Aarón) (4).
El
autor quiere mostrar que estas condiciones se dan en Jesús. Dios, que nombró a
Aarón, ha nombrado ahora a Jesús (4-5). El mismo Dios que lo llamó Hijo suyo
(Sal 2,7), designación mesiánica, lo proclamó también sacerdote, pero no en la
línea de Aarón, sino en la de Melquisedec, con la perpetuidad como
característica (Sal 110,4, interpretado del Mesías) (6). También la experiencia
de su debilidad llegó hasta el límite (7), pero, a través de ella, Dios lo
transformó, lo realizó, lo consagró (9: consumado), no con ritos, sino con la
aceptación de su dolorosa muerte, haciéndolo sacerdote que puede salvar para
siempre a los que toman su vida como norma (8-10). Después de aquella angustia
(7), gr. apo tês eulabeias: la preposición marca un intervalo temporal;
eulabeia, puede significar "reverencia, temor, angustia". Parece
haber una alusión a la escena de Getsemaní; la oración de Jesús no evitó su
muerte, pero obtuvo respuesta en la resurrección. Aprendió a obedecer (8), de
hecho, a expresar en un amor sin límite su igualdad con el Padre;
paralelamente, los que le obedecen a él (9). Los vv. 9-10 anuncian las tres
secciones de la parte central de la carta.
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