7Es decir, si aquella primera alianza no hubiera tenido defecto, no quedaría lugar para una segunda; 8pero de hecho Dios le encuentra defecto cuando les dice:
Mirad que llegan días -dice el Señor-
en que haré con la casa de Israel
y la casa de Judá una alianza nueva,
9no como la alianza que hice con sus padres
cuando los tomé de la mano
para sacarlos de Egipto;
ellos quebrantaron mi alianza
y yo me desentendí de ellos -dice el Señor.
10La alianza que estableceré con la casa de Israel
cuando lleguen esos días -dice el Señor- será
así:
Al dar mis leyes
las escribiré en su razón y en sus corazones,
yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
11Un hombre no tendrá que instruir a su
conciudadano
ni el otro a su hermano
diciéndoles: "Reconoce al Señor";
porque todos me reconocerán,
desde el pequeño al grande,
12cuando perdone sus crímenes
y no recuerde más sus pecados (Jr 31,31-34).
13Al llamar nueva a esta alianza, dejó anticuada la primera; y todo lo que se vuelve y envejece está próximo a desaparecer.
EXPLICACIÓN.
7-13. La nueva alianza, anunciada en el AT. La promesa de una nueva alianza muestra que la relación con Dios que establecía la primera era deficiente (7-8). Mediante el profeta Jeremías (Jr 31,31-34) expuso Dios mismo el contraste entre las dos alianzas: no ley externa, sino interna (desaparición de los códigos legales que regulan la relación con Dios) (10); no conocimiento de Dios enseñado, sino por experiencia personal (desaparición de las mediaciones) (11); perdón definitivo de los pecados (desaparición de los ritos expiatorios) (12). La alianza antigua, condenada a desaparecer (13).
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