lunes, 7 de mayo de 2012

I. UN TÍTULO SUPERIOR AL DE LOS ÁNGELES. HIJO DE DIOS. 1,5-2,4.

  5Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo jamás: "Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy" (Sal 2,7), ni tampoco: "Y seré para él un padre y él para mí un hijo"? 6Además, en otro pasaje, cuando introduce en aquel mundo al primogénito, dice: "Adórenlo todos los ángeles de Dios" (Dt 32,43).
                 7Por una parte habla así de los ángeles: "Envía a sus ángeles como a los vientos, a sus ministros como al rayo" (Sal 104,4). 8En cambio, del Hijo: "Tu trono, oh Dios, permanece para siempre", y también: "Cetro de rectitud es tu cetro real (Sal 45,7-8). 9Has amado la justicia y odiado la iniquidad; por eso Dios, tu Dios, te ha distinguido de tus compañeros ungiéndote con perfume de fiesta". 10Otra vez se expresa así: "Tú, Señor, en los comienzos cimentaste la tierra; obra de tus manos son los cielos; 11ellos perecerán, tú permaneces; se gastarán como la ropa, 12los liarás como una capa, serán como vestido que se muda. Pero tú eres siempre el mismo, tus años no se acabarán" (Sal 102,26-28).
                13Y ¿a cuál de los ángeles dijo jamás: "Siéntate a mi derecha mientras pongo a tus enemigos por estrado de tus pies"? (Sal 110,1). 14¿Qué son todos sino espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación?
            1Por esa razón, para no ir a la deriva, tenemos que prestar más atención a lo aprendido. 2Pues si las palabras dictadas por los ángeles tuvieron validez, y toda transgresión y desobediencia fue justamente castigada, 3¿cómo escaparemos nosotros si desdeñamos una salvación tan excepcional? Una que fue anunciada al principio por el Señor y que nos ha confirmado los que la oyeron, 4mientras Dios añadía su testimonio con portentosas señales, con variados milagros y distribuyendo dones del Espíritu Santo según su voluntad.

EXPLICACION.

1,5-2,4.    Por su muerte y resurrección, la relación del Hijo con Dios es única, muy superior a la de los ángeles. Triple contraste:

               a) Entre Hijo y cortesanos (5-6); dos textos, Sal 2,7 (posible alusión al bautismo de Jesús, cf. Mc 1,11) y 2 Sm 7,14, se aplican a Jesús para exaltar su figura; uno, Dt 32,43 a los ángeles, que aparecen como inferiores a él (transposición al Mesías de una adoración debida a Dios).

               b) Entre subordinados y rey (7-9); para los ángeles cita Sal 104,4; para el Hijo, Sal 45,7-8, haciendo notar su divinidad y unción mesiánica; esta dignidad explica que "los ángeles de Dios" deban postrarse ante él (v.6) como ante Dios mismo. La segunda cita concerniente al Hijo (Sal 102,26-28) le da el título de Señor y le atribuye la actividad creadora (cf. 1,2s: "por él había creado los mundos", "sostiene el universo") (10-12).

            c) Entre el rey entronizado (Sal 110,1) y sus agentes, según la cita del v.7. La frase en ayuda de los que han de heredar la salvación introduce el párrafo siguiente, donde se trata de no desdeñar la salvación ofrecida (13-14).

            Exhortación a no olvidar lo aprendido y a aceptar el ofrecimiento de salvación. La diferencia entre los ángeles y el Hijo se traduce en la diferencia entre la antigua Ley, promulgada por ángeles, cuya validez estaba confirmada por el castigo, y la salvación, promulgada por el Señor y transmitida por hombres, pero confirmada por el testimonio de Dios mismo, como lo prueba la experiencia de las comunidades cristianas; ésta merece mucho mayor respeto que la antigua Ley. Las palabras (lit. "la palabra/el discurso") dictadas por ángeles, la Ley antigua eran palabras; el Hijo trae mucho más que palabras, ofrece una salvación (2,1-4).                

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