10 1Pues, poseyendo la Ley sólo una
sombra de los bienes que habían de venir y no la imagen misma de lo real, con
los sacrificios, siempre los mismos, que se ofrecen indefectiblemente año tras
año, nunca puede transformar a los que se acercan. 2 O ¿es que no dejarían de
ofrecerse si los que practican el culto quedasen purificados de una vez y
perdiesen toda conciencia de pecado? 3Por el contrario, en esos sacrificios se
recuerdan los pecados año tras año.
4Es que es imposible que
sangre de toros y cabras quite los pecados; 5por eso, al entrar en el mundo
dice él:
Sacrificios y ofrendas no
los quisiste,
en vez de eso, me has dado
un cuerpo a mí;
6holocaustos y víctimas expiatorias
no te agradan;
7entonces dije: "Aquí
estoy yo
(en un título del libro está
escrito de mí)
para realizar tu designio,
Dios mío" (Sal 40,7-9 LXX).
8Primero dice:
"Sacrificios y ofrendas, holocaustos y víctimas expiatorias ni los quieres
ni te agradan" -éstos son los que manda ofrecer la Ley- 9y después añade:
"Aquí estoy yo para realizar tu designio". Deroga lo primero para
establecer lo segundo. 10Por esa voluntad hemos quedado consagrados, mediante
la ofrenda del cuerpo de Jesús Mesías, única y definitiva.
11Los sacerdotes están todos
de pie cada día celebrando el culto, ofreciendo una y otra vez los mismos
sacrificios, que son totalmente incapaces de quitar los pecados. 12Éste, en
cambio, después de ofrecer un sacrificio único por los pecados, se sentó para
siempre a la derecha de Dios. 13No le queda más que aguardar a que "pongan
a sus enemigos por estrado de sus pies", 14pues con una ofrenda única dejó
transformados para siempre a los que va consagrando.
15Lo mismo atestigua el
Espíritu Santo; porque, después de haber dicho: 16"Ésta es la alianza que
haré con ellos cuando lleguen aquellos días", dice el Señor: "Al dar
mis leyes, las escribiré en sus corazones y en su razón; 17de sus pecados y de
sus crímenes no volveré a acordarme" (Jr 31,33-34). 18Ahora bien, donde el
perdón es un hecho, ya no hay más ofrendas por el pecado.
EXPLICACIÓN.
1-18. Hasta
ahora se ha aludido solamente a la abolición de la Ley, al explicar el cambio
de sacerdocio (7,12). Pero también la Ley pertenece al mundo de las
"sombras", no al de la realidad. La repetición de los sacrificios en
la antigua Ley muestra su inutilidad y prueba que la religión ritual es incapaz
de quitar la conciencia del pecado, de dar la seguridad del perdón (1-3).
Esta
situación no podía ser definitiva, y el autor lo prueba con la cita de Sal
40,6-8, considerado como profecía mesiánica (está escrito de mí). El único
sacrificio válido es la entrega del hombre a la realización del designio de
Dios (4-7). Este nuevo sacrificio invalida todos los anteriores, y gracias a la
entrega de Jesús Mesías, el hombre está capacitado para realizar este designio
(8-10).
Los
múltiples sacerdotes ofrecen múltiples sacrificios inútiles. El único sacerdote
ofrece el único sacrificio -su propia existencia- eficaz para siempre (se
sentó, etc., Sal 110,1) (11-14).
Testimonio
del profeta (Jr 31,33-34): cambio de corazón contra rito exterior; olvido del
pecado en vez de mención anual de los pecados (15-16; cf. v.3). Antes,
repetición de ritos expiatorios (v.1); ahora, los ritos expiatorios son
innecesarios y han cesado (18).
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