martes, 8 de mayo de 2012

B. PERFECTO, CONSUMADO, CONSAGRADO. INSUFICIENCIA DEL CULTO ANTIGUO. 8,1-6.

8              1Estamos en el punto capital de la exposición, y es que tenemos esa clase de sumo sacerdote: uno que en el cielo se sentó a la derecha del trono de la Majestad, 2como celebrante del santuario y del tabernáculo verdadero, erigido por el Señor, no por hombres.
                     3Como a todo sumo sacerdote se le nombra para que ofrezca dones y sacrificios, era indispensable que también él tuviera algo que ofrecer. 4Ahora que, si estuviera en la tierra, no sería ni siquiera sacerdote, pues ya están los que ofrecen los dones prescritos por la Ley. 5Pero el servicio de éstos es un esbozo y sombra de lo celeste, según las instrucciones que recibió Moisés cuando iba a construir el tabernáculo: "Ten cuidado de hacerlo todo conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte" (Éx 25,40). 6De hecho a él le ha tocado una liturgia muy diferente, pues él es mediador de una alianza más valiosa, legalmente establecida en base a promesas de más valor.

EXPLICACIÓN.

1-6.        Punto central, la excelencia del nuevo sacerdote, que posee la condición divina (cf. 1,3) (1-2). Apelando a la figura de Melquisedec se ha resuelto la dificultad de que Jesús sea al mismo tiempo rey y sacerdote. Queda otra dificultad: el Salmo 110 proclama al Mesías "rey" (siéntate a mi derecha) y "sacerdote para siempre". Pero, si Jesús está en el cielo, ¿cómo puede ejercer un servicio sacerdotal, que concierne a los hombres que están en la tierra? ¿Qué puede ofrecer a Dios como sacerdote y en qué santuario?

            El autor encuentra la respuesta en el texto de Éx 25,40: el santuario terrestre no es más que una sombra del verdadero, que es celeste. Por tanto, el sacrificio propio de Jesús no pertenece a los prescritos por la Ley; no le compete un culto terrestre, que carece de realidad y donde nada es auténtico, sino pura imitación; su liturgia es celeste, es decir, real, porque llega verdaderamente a Dios. No alcanzan a Dios los ritos, sino el amor. Al cambiar el sacerdocio e invalidarse la Ley, fundamento de la antigua alianza, quiere decir que también ésta ha caducado; el culto celeste es expresión de una nueva alianza o modo de relación con Dios (3-6).

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