11Ahora bien, si se realizaba una transformación por medio del sacerdocio levítico -pues en él se basaba la legislación dada al pueblo-, ¿qué falta hacía que surgiese otro sacerdote en la línea de Melquisedec y que no se le llame de la línea de Aarón? 12Porque cambiar el sacerdocio lleva consigo forzosamente cambiar la Ley; 13y ese de que habla el texto pertenece a una tribu diferente, de la que ninguno ha tenido que ver con el altar. 14Es cosa sabida que nuestro Señor nació de Judá, y de esa tribu nunca habló Moisés tratando del sacerdocio. 15Esto resulta aún más evidente si, a semejanza de Melquisedec, 16surge otro sacerdote que no lo es en virtud de una ley, de una disposición sobre el linaje, sino por una fuerza de vida indestructible, 17pues declara: "Tú eres sacerdote perpetuo en la línea de Melquisedec". 18 Es decir, por una parte se deroga una disposición anterior, por ser ineficaz e inútil 19-pues la Ley no consiguió transformar nada- y, en cambio, se introduce una esperanza más valiosa, por la cual nos acercamos a Dios.
20Aquí no falta además un juramento (pues aquéllos fueron sacerdotes sin garantía de juramento, 21éste, en cambio, por el juramento que le hicieron al decirle: "El Señor lo ha jurado y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote perpetuo"), 22señal de que él, Jesús, es garante de una alianza más valiosa.
23De aquéllos ha habido multitud de sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer; 24como éste, en cambio, dura para siempre, tiene un sacerdocio exclusivo. 25De ahí que pueda también salvar hasta el final a los que por su medio se van acercando a Dios, pues está siempre vivo para interceder por ellos.
26Porque así tenía que ser nuestro sumo sacerdote, santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado por encima de los cielos; 27él no necesita ofrecer sacrificios cada día -como hacen los sumos sacerdotes, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo-, porque esto lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose él mismo. 28Es que la Ley establece como sumos sacerdotes a hombres débiles, mientras el juramento que vino después de la Ley establece a un Hijo consumado para siempre.
EXPLICACIÓN.
11-28. A. Insuficiencia del antiguo sacerdocio y su sustitución por otro diferente. EL hecho de que surja un nuevo sacerdote en una nueva línea de sacerdocio demuestra que la institución sacerdotal antigua era deficiente. El sacerdocio era parte integrante de la Ley de Moisés; el cambio de sacerdocio lleva, pues, consigo la abolición de la Ley entera.
El cambio no se refiere a la institución de nuevas ceremonias para el culto; la dedicación de la persona sustituye a los ritos. Acarrea al mismo tiempo un cambio social completo, pues la sociedad israelita estaba fundada sobre la distinción entre casta sacerdotal y pueblo y esta distinción desaparece; antes había un sacerdocio, ahora un solo sacerdote, que, además, contrariamente a la Ley, era socialmente un lacio, pues no pertenecía a la tribu clerical (11-14).
La realidad sacerdotal de Jesús, como la de Melquisedec, no depende de una institución jurídica, sino de la calidad de su propia existencia, que no está sujeta a la muerte (Sal 110,4). El nuevo sacerdocio invalida al antiguo, y se produce una transformación radical de la situación religiosa: la antigua religión oprimía al hombre con su yugo de formalismo y legalismo, con preceptos externos, inútiles, porque no conseguían transformar al hombre; el nuevo sacerdote abre la posibilidad del verdadero contacto con Dios, que sí transforma al hombre. Hay una velada alusión al Espíritu dado a los que prestan su adhesión a Jesús (15-19).
B. Superioridad del nuevo sacerdocio. a) La solemnidad con que Dios promete el nuevo sacerdote (Sal 110,4) prueba la superioridad de éste (20-22).
b) Contraste entre la multiplicidad de sacerdotes sujetos a la muerte y la unicidad del sacerdote que vive para siempre. Esto le permite un ejercicio eficaz de su sacerdocio y elimina la necesidad de toda otra mediación sacerdotal.
c) Calidad del único sacerdote; unicidad de su sacrificio, que fue la entrega de su propia persona; son superfluos todos los demás sacrificios o medios para obtener la reconciliación con Dios y el acceso a él. Contraste entre la debilidad de los antiguos sacerdotes y la plenitud del nuevo y definitivo (26-28).
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